Como ya sabrán todos quienes empiezan en este camino de la publicación, y en particular, de la autopublicación, hay mucho que aprender.
En mi caso, apenas el año pasado terminé mi primera novela, aunque el gusto por la escritura lo he tenido siempre, y además soy muy aficionada a la lectura.
Recuerdo que en la escuela, cuando tenía 12 años, nos dejaron de tarea escribir un cuento. Mi cuento fue de los destacados, tanto, que hasta ¡me acusaron de plagio! Me molestó la calumnia, por supuesto; yo jamás había leído el supuesto cuento «plagiado». Pero por otro lado me dio gusto que mi historia fuera comparada con una publicada y exitosa.
Desde entonces escribo (aunque no con constancia). Poemas, diarios, historias, ensayos. Profesionalmente también me dedico a la escritura, como periodista, columnista, redactora y me he desempeñado también como editora y correctora.
Sin embargo, autopublicar es algo nuevo y retador, que implica todo un nuevo aprendizaje. Los consejos, blogs, videos y libros que he encontrado al respecto me han sido de gran ayuda (de ellos hablaré en otro post), por ello quiero hacer también mi pequeña contribución sobre mi propia y breve experiencia como escritora, y también como lectora.
Así que aquí va una pequeña lista de cosas que he aprendido hasta ahora como escritora novel.

1. Cuidado con los giros inesperados

Creo sinceramente que sorprender al lector está sobrevalorado. Creo que muchos autores sacrifican la verosimilitud por la sorpresa, y eso es un error que como lectora me decepciona bastante cada que lo encuentro.
Como dijo George R.R. Martin sobre los fans que adivinaron el final (que todavía no escribe) de la saga de Canción de Hielo y Fuego: No me gusta la ficción predecible como lector y no quiero escribir de forma predecible. Pero no puedo cambiar de planes. Cambiarlo ahora sería un desastre porque las pistas están ahí, así que voy a seguir adelante.
 
He leído historias donde el final impredecible se lo sacan totalmente de la manga. Sin pistas previas. Lo cual es una violación de las reglas de la escritura y que puede hacer sentir engañado al lector.
 
Diana P. Morales, en su blog sobre escritura, explica este punto muy claramente. Se trata de sembrar y cosechar. Para llegar a cierta resolución, tienes que haber sembrado pistas previas. El truco está en encontrar el balance entre lo que revelas y lo que no, para que cuando llegue esa gran revelación, el lector se sorprenda pero a la vez lo encuentre lógico y verosímil, y todas las piezas encajen como en un rompecabezas.
Ese arte de las pistas ocultas fue una de las cosas que más me gustaron de una de mis lecturas favoritas: La trilogía de Captive Prince. Se nota todo el trabajo meticuloso que puso la autora en ello.
Lo bueno de las pistas es que si no las tienes en tu historia, o están flojas o mal planteadas, siempre puedes agregarlas y pulirlas en el proceso de edición.Y ultimadamente, si tuviera que elegir entre una historia predecible pero coherente, o una muy sorprendente pero sin sentido, sin duda, prefiero la primera.

2. Es mejor usar nombres muy diferentes

Este es un detalle menor, pero importante en cuanto a legibilidad. Me ha sucedido que leo historias donde los personajes principales tienen nombres muy similares en cuanto a vocales, cantidad de sílabas o consonantes. El problema con ello se presenta cuando lees a cierta velocidad, y la mente, que es muy dada a llenar huecos y preleer palabras, confunde los nombres. 

Esto me hace tener que releer párrafos o diálogos.
Por ejemplo, si tus protagonistas se llaman Ellie y Elliot, o Tim y Jim, o Michael y Michelle, tenemos un problema. Incluso, si solo coinciden las vocales y la cantidad de silabas, como Dany y Ally, puede ser algo problemático.
En Juego de Tronos me he encontrado con este problema, porque tenemos tres casas con nombres similares: Tyrell, Tully y Tarly, y me confundo todo el tiempo.
Así que, como lectora, yo recomendaría que al menos los nombres de los personajes que más interactúan entre sí, sean muy distintos.
Y como escritora, he de confesar que a mí también me pasó: Michael y Max. No son tan parecidos, pero sí lo suficiente para causar un poco de confusión. El problema es que cuando me di cuenta ya no podía hacer nada para cambiarlos. 🤔

3. Revisar, revisar y revisar

Había leído que los autores autopublicados recomendaban hasta el cansancio pagar a un corrector, en vez de hacerlo uno mismo. Y descubrí por qué, en un muy vergonzoso error de novata.

Me sucedió con No soy un ángel. Había revisado la historia mil veces, e incluso se la había dado a revisar a un par de personas. Sin embargo, cuando yo creía que ya estaba perfecta y la publiqué, resultó que no.
En cuanto supe de ello, la corregí de nuevo y me sorprendió descubrir cuántas erratas no había notado; simplemente mis ojos no las detectaban. No podía creerlo. Estaba sorprendida y avergonzada.
Este es otro problema de cajón: Al estar nuestra mente tan familiarizada con la historia, después de haberla leído tantas veces, en automático rellena huecos y»corrige» errores. Esto es así en particular si haces tus correcciones solamente en la pantalla del computador.
Si estás comenzando y no tienes los recursos para pagar a un corrector profesional, ni un amigo corrector con quien puedas hacer una especie de intercambio de servicios de alguna índole, lo que yo  recomendaría es dejar reposar la historia mínimo un par de semanas (si puedes más tiempo, mejor), y luego revisarla de nuevo, con calma, pero en un formato diferente. Si no en papel, al menos en un ereader o Kindle (que es como leer en papel). En mi experiencia, la pantalla luminosa de laptops, celulares y tablets, no es la mejor opción para este tipo de revisiones. Se lee mucho mejor en papel o ereader. En el Kindle encuentro muchos errores que en la laptop simplemente no veo.
Por supuesto, lo ideal es dejar tu texto reposar por un par de meses o más, pero considerando que la mayoría de los autores independientes publican varios libros al año, es probable que no tengas tiempo para dejarlo en un cajón. Pero sin duda es lo más recomendable.

4. Evitar el spam

Varias veces me ha sucedido que comienzo a seguir en Twitter a un autor, y de inmediato recibo un mensaje privado promocionando su libro. Tache.

Para empezar, es de mal gusto enviar mensajes privados a alguien que no conoces. Es invasivo para quien lo recibe. Peor aun si sólo es para que compre tu libro.
Si quieres promocionarlo, es mucho menos invasivo mandarle entonces un mensaje normal, público, sin nada que ocultar. Porque al enviarlo privado es como si supieras que «spamear» está mal, y no quieres que tus seguidores sepan que lo haces, pero lo quieres hacer de todas formas, entonces envías un mensaje directo.
También sucede que autores piden RT a la promoción de sus libros, pero nunca retwittean a los demás.
He visto el mismo problema en grupos de Facebook. Autores que no interactúan con nadie y sólo entran a postear sobre sus propios libros.
Creo que en cuestiones de promoción hay que ser sutiles para no terminar consiguiendo justo el efecto contrario, y sobre todo, ser generosos y respetuosos con los demás.

5. Contar con lectores beta

Como escritores (y como en todo) debemos ser conscientes de que no somos perfectos ni infalibles. Por mucho amor, dedicación y concentración que le pongamos al desarrollo de nuestra historia, precisamente porque es nuestra, es imposible que podamos verla con los ojos del lector. Por esa razón los lectores beta (o cero) son tan necesarios. Estos lectores son aquellas personas a quienes les das tu historia a leer antes de ser publicada, para que te den su punto de vista general, y sus opiniones sobre puntos muy particulares sobre tu texto, y puedas hacer los ajustes que consideres necesarios.
Por ejemplo, a mi primera lectora beta le pase una breve lista de preguntas que incluía cuestiones como el ritmo de la historia, si había o no situaciones confusas, si había expresiones o palabras que no se entendían en su país (yo soy de México y ella de España), si había incongruencias en la trama o en el desarrollo cronológico, etcétera.
El lector beta también te puede señalar errores de tipo ortográfico y gramático. Son aquellos ojos frescos que tanto necesitamos para detectar fallas.

Lo más recomendable es que sean personas que lean mucho y que lean libros de tu género. Para saber más sobre lectores cero recomiendo este post de Ana González Duque, muy completo sobre el tema.

Espero que estos consejos de las cosas que he aprendido en este camino que apenas comienzo, les sean de utilidad. En un próximo post les compartiré libros y blogs que me han servido mucho en este proceso.

¿Te has topado con las situaciones que menciono? ¿Tienes algún consejo que te gustaría compartir?
Te leo en los comentarios.

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